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Las baterías de los móviles crecían sin parar… hasta que llegó la obsesión por lo fino. China ya va un paso por delante.

Telefonía

Samsung ha presentado oficialmente su nuevo Galaxy S25 Edge, un modelo que destaca principalmente por su estética minimalista y un diseño ultradelgado que lo diferencia del resto de integrantes de la familia Galaxy S25. Sin embargo, esa delgadez tiene un coste: una batería de menor capacidad.

Aunque existen soluciones como las baterías de silicio-carbono, capaces de ofrecer mayor densidad energética en menos volumen, Samsung ha optado por no implementarlas en este dispositivo. El resultado: un móvil de gama alta con una pantalla de 6,7 pulgadas y una batería de tan solo 3.900mAh, una cifra que va a contracorriente de lo que se ve actualmente en el mercado.

Promesa de un día de uso… ¿Suficiente hoy en día?

Basta con mirar a competidores como el Galaxy S25 Ultra, el iPhone 16 Pro Max o varios modelos de gama alta procedentes de China, que alcanzan fácilmente el día y medio, e incluso los dos días de autonomía.

La compañía asegura que el Galaxy S25 Edge puede aguantar un día completo con un uso normal. No obstante, hoy en día, eso ya no es suficiente. La tendencia del sector es clara: los usuarios exigen dispositivos capaces de durar más de un día, incluso bajo uso intensivo.

La optimización tiene un límite

Es cierto que los smartphones actuales son más eficientes que nunca. Los chips fabricados en procesos de 3 o 4 nanómetros y la mejora continua en el consumo energético de los componentes han contribuido a ello. Pero la realidad es que las nuevas pantallas de alto brillo, procesadores como el Snapdragon 8 Elite y funciones como la grabación en 8K o el gaming a 120 Hz siguen exigiendo mucho a la batería.

Mientras otros apuestan por baterías gigantes…

Realme ha logrado incorporar 10.000mAh en un dispositivo con un grosor convencional, Honor ya ofrece móviles con 8.000mAh, y los 5.000mAh están dejando de ser el estándar. En este contexto, lanzar un móvil con 3.900mAh parece una apuesta arriesgada.

Estamos en plena transición hacia una nueva generación de baterías. Lo que antes era una buena autonomía, ahora empieza a quedarse corto. Y aunque las baterías de silicio-carbono aún son caras y poco extendidas, la industria china está empujando fuerte para convertirlas en la nueva norma.

El precio, el gran freno

Xiaomi ha reconocido que reduce la capacidad de batería en algunos de sus modelos al lanzarlos fuera de China, principalmente por motivos de costes. Las  baterías grandes encarecen los dispositivos, y marcas como Samsung siguen apostando por tecnologías tradicionales para mantener los precios reducidos.

Aun así, si los smartphones ultradelgados quieren ofrecer una buena autonomía sin comprometer el diseño, tendrán que considerar seriamente el uso de silicio-carbono, aunque eso implique sacrificar otras especificaciones.

Apple seguirá el mismo camino

Todo apunta a que Apple también apostará por esta tendencia con el futuro iPhone 17 Air. Y salvo sorpresa, también llegará con una batería más contenida. El desafío de mantener dispositivos cada vez más delgados sin comprometer la autonomía es más relevante que nunca.

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